Una Introducción. De Iberia a Hispania, en tres actos: Carthagonova, Baecula e Ilipa

El análisis arqueológico de la Batalla de Baecula parte de la consideración de los datos aportados por las fuentes clásicas, las cuales, con sus sesgos y limitaciones, con sus claras orientaciones interesadas al prestigio de Roma, arrojan datos concretos que merecen ser valorados en la metodología arqueológica destinada a su análisis. Entendemos que pese a las posibilidades y limitaciones de una descripción detallada, las claves topográficas pueden considerarse como verosímiles y no copartícipes de una lectura interesada respecto a las estrategias, las valoraciones épicas, recogiendo una configuración genérica del escenario bélico que es plausible contrastar con metodología arqueológica crítica y adecuada.

El análisis arqueológico de la Batalla de Baecula parte de la consideración de los datos aportados por las fuentes clásicas, las cuales, con sus sesgos y limitaciones, con sus claras orientaciones interesadas al prestigio de Roma, arrojan datos concretos que merecen ser valorados en la metodología arqueológica destinada a su análisis. Entendemos que pese a las posibilidades y limitaciones de una descripción detallada, las claves topográficas pueden considerarse como verosímiles y no copartícipes de una lectura interesada respecto a las estrategias, las valoraciones épicas, recogiendo una configuración genérica del escenario bélico que es plausible contrastar con metodología arqueológica crítica y adecuada.

Polibio, Historias X, 38 a 40:

El general cartaginés recorría entonces los parajes de Cástulo, alrededor de la ciudad de Baecula, no lejos de sus minas de plata. Informado de la proximidad de los romanos, cambió de lugar su campamento y se procuró seguridad por un río que fluía a sus espaldas. Delante de la empalizada había un llano defendido por un escollo lo suficientemente hondo para ofrecer protección; el llano era tan ancho que cabía en él el ejército cartaginés formado. Asdrúbal permaneció en este sitio; apostó día y noche centinelas en el escollo. Escipión se acercó, empeñado en trabar combate, pero comprobó que las posiciones del enemigo eran estratégicas y seguras, lo que le tenía indeciso. Esperó dos días, pero temía la llegada de los hombres de Magón y del otro Asdrúbal, el hijo de Giscón, con lo que se vería rodeado de enemigos. Decidió, pues, probar su suerte y tantear al adversario.

Así que preparó su ejército, hizo salir del campamento a los vélites y a una tropa escogida de infantería; dispuso también el resto de sus fuerzas, pero de momento lo retuvo dentro de la acampada. Sus órdenes fueron cumplidas con coraje. Primero el general cartaginés permanecía e la expectativa de lo que iba ocurriendo; cuando comprobó que el arrojo de los romanos ponía a los suyos en situación desventajosa, hizo salir a su ejército y lo aproximó al escollo, fiado en aquel paraje. En aquel mismo momento, Escipión hizo entrar en combate a su infantería ligera, que debía apoyar a los que iniciaron la acción. El resto de sus fuerzas, lo tenía ya dispuesto, la mitad directamente a sus órdenes; con estos hombres dio un rodeo por el escollo y arremetió contra los cartagineses. El mando de la segunda mitad, lo confió a Lelio, con la orden de marchar contra el flanco derecho del enemigo. Estas operaciones se encontraban ya en pleno desarrollo, cuando Asdrúbal hacía salir todavía a sus hombres del campamento. Confiado en su posición, no se había movido de él, convencido de que el enemigo no se atrevería a atacar. Pero éste atacó, contra todas las previsiones del cartaginés, quien desplegó sus fuerzas demasiado tarde. Los romanos acometieron por las alas, en lugares donde el enemigo no había establecido posiciones, de modo que no sólo treparon sin riesgo por el escollo, sino que se establecieron en formación, se lanzaron contra los que les agredían sesgadamente y los mataron; los cartagineses que, a su vez, entraban también en formación, se vieron forzados a revolverse y a emprender la huida. Según sus propósitos iniciales, Asdrúbal no luchó hasta el final; cuando vio a sus fuerzas huir derrotadas tomó su dinero y sus fieras, reunió el máximo número de fugitivos que le fue posible y se retiró siguiendo el río Tajo aguas arriba, en dirección a los puertos pirenaicos y a los galos que viven allí. Escipión no creyó oportuno acosar de cerca de los hombres de Asdrúbal, ya que él mismo temía el ataque de los otros dos generales, por lo que envió a sus soldados a saquear el campamento enemigo.

Al día siguiente reunió a todos los prisioneros, unos diez mil soldados de infantería y más de dos mil jinetes, y dispuso personalmente de ellos. Los iberos que, en las regiones citadas, anteriormente habían sido aliados de los cartagineses, fueron y se entregaron a la lealtad de los romanos; a medida que se iban encontrando con Escipión, lo llamaban “rey”.

Baecula debe comprenderse desde su particularidad en varias claves interpretativas ya tratadas por varios autores (Lazenby, 1978: 140-144; Scullard, 1970: 68-85; Le Bohec, ed., 2015: 72; Brizzi, 2009: 122-129; Goldswortthy, 2000: 277-279; Barceló, 2010; Hoyos, 2003). El primero de ellos, sobre si Asdrúbal había tomado la decisión de marchar a Italia antes o después de la Batalla de Baecula. Este hecho es trascendental, puesto que podría interpretarse como una consecuencia de la misma o como un factor previo determinante sobre la maniobra evasiva de Asdrúbal, el cual, según Livio y Polibio tenía 'pocas ganas de entablar combate' (Livio XXVII 19, 1-2; Polibio X 39,7), es decir, que no respondía a una acción derivada del propio ataque romano.

El otro aspecto gira en torno a la decisión de Escipión de no perseguir al ejército cartaginés en su huida. Este elemento puede considerarse como otro factor que se suma a la estrategia cartaginesa, puesto que debió existir un margen temporal y espacial suficiente como para que Escipión descartase esa posibilidad. Además, como ya hemos indicado en otros trabajos, quizás sobre el general romano pesase el desenlace de la Batalla del Betis Superior (211 a.C.) en la que perdieron la vida su padre y su tío Publio y Cneo Cornelio Escipión. Desconocer el territorio y la posición de los otros ejércitos cartagineses eran factores lógicos para considerar como temeraria esa acción. Asdrúbal escapó y Escipión se quedó clavado en la posición ganada al cartaginés pero consolidando el proceso de conquista del valle del río Guadalquivir y potenciando las relaciones con las comunidades indígenas hasta entonces sometidas a los cartagineses (Zimmermann, 2011: 293)

1. La táctica de Asdrúbal: cálculo de distancias y visibilidades. En trabajos recientes se ha cuestionado la entidad de la Batalla de Baecula, interpretándola como una 'acción de retaguardia reñida' (Quesada, 2015: 589-608; Bellón et al., 2015), escenario alejado de una confrontación directa de todos los recursos de los ejércitos contendientes. Frente a esta concepción de Baecula como batalla campal y victoria romana, se defiende la acción evasiva de Asdrúbal Barca, quien, como ya indicábamos anteriormente, según Le Bohec (1996: 230), prefirió perder la posición y no poner el peligro al grueso de su ejército. Esta hipótesis está basada en la lectura de las fuentes y es coherente con los datos arqueológicos y la configuración del escenario del campo de batalla analizado en el Cerro de las Albahacas. Son dos los elementos arqueológicos/tangibles que, a nuestro entender, la refuerzan: por un lado la distancia entre los campamentos participantes en la batalla; por otro, la propia localización del sitio de la batalla en un marco topográfico absolutamente favorable para realizar la maniobra de 'escape' ejecutada por Asdrúbal.

2. La táctica de Escipión: evitar la llegada de refuerzos enemigos, ataque frontal y por los flancos a la posición cartaginesa. Es lógica la transmisión, por parte de las fuentes romanas, de una clara victoria sobre Asdrúbal, pese a las contradicciones señaladas, destinadas posiblemente a justificar historiográficamente la acción de Escipión en este caso concreto (Goldsworthy, 2000: 278-279). Es necesario considerar que existen dos escenarios afectados por el desenlace de la batalla (las penínsulas itálica e ibérica) y que, consecuentemente, sea más coherente considerar como efecto negativo coyuntural la marcha de Asdrúbal a Italia con un ejército de refuerzo para Aníbal, situado en su extremo sur. Así nos lo transmite Livio, según el discurso en el Senado del 'Escudo de Roma', Quinto Fabio Máximo, cuando se le consultó sobre el plan de Escipión de marchar sobre África:

“...estaremos en el mismo peligro en que estuvimos hace poco cuando pasó a Italia ese Asdrúbal al que tú, que piensas sitiar con tu ejército no ya Cartago sino África entera, dejaste escapar de las manos hacia Italia. Dirás que le habías vencido; pero la verdad es que yo desearía, y ello no sólo por el bien del Estado sino por el tuyo, y con mayor razón, que no se le hubiera franqueado a un vencido el camino hacia Italia” (Livio XXVIII 40-42, en particular, 42,14-15), párrafo que refleja la alarma, el pánico y la confusión de Roma, pocos años antes cuando Asdrúbal cruzó los Alpes (sin pena ni gloria) y se dirigió hacia el centro de la península itálica (Polibio XI 1; Livio XXVII 44, 1-2)

Es en éste ámbito bilocal en el que se cuestiona el fracaso o el éxito de Escipión, como una victoria táctica pero error estratégico (Scullard, 1970: 74) o una deliberada exageración del éxito por parte de los autores romanos. No obstante, se ha destacado su capacidad en el campo de batalla, la cual es un paradigma sobre la flexibilidad y maniobrabilidad del ejército romano consular, con un bien diseñado ataque por los flancos (Koon, 2011: 93) o la prematura presencia de cohortes (Liv. XXVII 18, 9-10) destinadas a cerrar los posibles pasos de escape del ejército cartaginés.

En suma, la aportación que hace la arqueología en este escenario particular parte de dos elementos fundamentales: uno, que la distancia entre los campamentos en la batalla jugó un papel trascendental para la maniobra de huida del ejército cartaginés. Y este hecho debe extrapolarse para el análisis de cualquier escenario bélico en la antigüedad. En segundo lugar, Asdrúbal contaba con una posición estratégica que le otorgaba la ventaja para su defensa y un control específico sobre las vías de escape cuyo análisis a través de los modelos digitales del terreno y las evidencias arqueológicas suponen un elemento más de apoyo para comprender la realidad y la complejidad del escenario bélico.

Finalmente, Baecula es parte de un proceso. Tras la toma de Carthagonova, la principal base logística cartaginesa en Iberia, la dirección general del conflicto se dirigió a otra base regional estratégica: el Alto Guadalquivir, repositorio de cobre, plata y grano. Las fuentes son concomitantes en señalar puntos de conflicto en la zona (Baecula, Orongis, Iliturgi, Cástulo) ya importantes desde fechas tempranas del conflicto (214 a.n.e.) hecho que subraya este aspecto. Escipión contaba con una base estratégica, el puerto de Carthagonova, pero también con un ingente botín de guerra, un enorme arsenal y una baza diplomática que le aseguraba el apoyo de distintas comunidades ibéricas. Baecula no sólo supuso la entrada efectiva y consolidada de Roma en el Alto Guadalquivir sino también la marcha del general responsable de los tres ejércitos cartagineses aún presentes en la península: el de Asdrúbal. Finalmente, Ilipa, la derrota final de Cartago en Iberia supondría la materialización efectiva del imperio romano en la península ibérica, abriendo un dilatado proceso de cambios políticos, sociales, culturales que derivarán en la construcción de la Hispania romana.

Aún tenemos pendiente la valoración que supuso desde el punto de vista humano el conflicto de la Segunda Guerra Púnica. La pérdida demográfica, los movimientos de población, la pérdida de identidades, las transformaciones impuestas, las pactadas, las convenidas y negociadas desde el poder local... los efectos reales de una guerra más allá de sus generales y de sus gestas.