Militaria: armas
Procedente del Cerro de la Albahacas se ha recopilado un corpus de armamento que, a pesar de ser numeroso, en cierta manera nos ha llegado de forma parcial, fundamentalmente debido a actuaciones post-batalla. Uno de estos momentos debió producirse en las jornadas inmediatamente posteriores al desenlace de la batalla, y responde a un proceso de limpieza y aprovechamiento que, sin duda, conforma un panorama diverso de estos contextos. Hay que pensar en términos de aprovechamiento de recursos utilizables, también de recuperación de objetos y armas de valor, Al mismo tiempo que evitar que estos puedan ser utilizados por el bando contrario. A estas situaciones, en el Cerro de las Albahacas, hay que sumar un intenso proceso de expolio desarrollado sobre todo en los años 80 del siglo pasado.
Hasta el momento contamos con una muestra de 766 armas o elementos relacionados con militaria (hasta la campaña de 2010) que se dividen en distintas categorías, algunas de ellas claramente vinculables a un bando del ejército, mientras que otras pudieron funcionar de manera indistinta en los diferentes cuerpos.
El porcentaje más grande de este conjunto, un 69%, se corresponde con clavi caligares. Estos materiales se definen como clavos de hierro de cabeza hemisférica o de tendencia cónica, en forma de ‘tachuela’, que sirvieron como remaches en las suelas de las sandalias romanas. No obstante, no hay que descartar que parte de estas piezas, quizás las más pequeñas, se pudieran utilizar para fijar piezas de cuero en otro tipo de indumentarias y equipamiento militar. Entre el ejército romano la caliga es un atributo común y casi exclusivo, con unas propiedades idóneas para largas marchas a campo a través.
Las puntas de flecha (saggittae) suponen un grupo destacable también, que alcanza el 21,5%. Dentro de esta categoría, el tipo más documentado son los proyectiles, fundamentalmente un tipo de punta de flecha fusiforme o bipiramidal de hierro que corresponde a puntas de flecha sencillas (‘dardos’). Alcanzando el 17,8% del armamento contabilizado, se convierte en uno de los grupos más homogéneos de este contexto, siendo un tipo de punta muy simétrica y sencilla, pero muy eficaz ya que resulta letal para perforar un pectoral metálico, como para atravesar los anillos de una cota de malla (lorica hamata).
Menos representado (con un 3,7%), posiblemente porque fueron objeto de saqueo y recuperación en esos momentos post-batalla, son otro tipo de puntas de flecha. Los tipos son diversos, también el material en el que están elaboradas, bronce o hierro. Dentro del grupo de elaboraciones en hierro destaca un pequeño conjunto puntas de cubo largo. También un tipo de puntas con sección en V, con un cubo elaborado de manera tosca o un conjunto de conteras de hierro de sección cuadrangular que se pueden interpretar como puntas de flecha toscas y de fortuna. Junto a estas, se han documentado un conjunto de puntas de flecha en bronce, un grupo de cinco flechas de bronce con enmangue en cubo, que tradicionalmente se conocen como puntas de origen ‘fenicio-púnico’, que se desarrolla en un marco cronológico muy amplio. Se definen como puntas macizas de sección triangular, que presenta uno o dos arpones, siendo la más conocida la llamada punta ‘Macalón’ o ‘de anzuelo’. En Baecula contamos con este tipo de flecha, junto a alguna de triple filo con arpón y de nervio circular pero con dos aletas. Para este conjunto de armas se ha hipotetizado su asociación al bando cartaginés, probablemente contingentes locales procedentes del área turdetana o de la costa entre Almería y Cádiz, de fuerte y antigua tradición semita.
Con un porcentaje del 5,5%, contabilizamos el conjunto de armas más elaboradas, fundamentalmente armas de asta, espuelas y algunos fragmentos de contera de vaina. Uno de los conjuntos más definitorios lo conforma los pila, hasta el momento un total de cuatro, aunque las más recientes intervenciones parecen incrementar este número. De entre ellos destaca un ejemplar, prototípico del pillum romano antiguo de finales del siglo III a.n.e. Se trata de un ejemplar de lengüeta de entre 25-30 cm de longitud de tipo Talamonaccio. El segundo tipo bien definido en el cerro de Las Albahacas se caracteriza por su enmangue de cubo y por sus morfología ligera, que lo define como un tipo de arma frecuente tanto en contextos romanos como indígenas, por lo que pueden asociarse indistintamente a cualquiera de los bandos implicados en esta batalla.
Pero el conjunto más homogéneo de armas arrojadizas de mano procedente de este contexto son los veruta (jabalina). Se definen como armas perforantes, más ligeras que el pilum, de unos 15-20 cm de longitud, con cubo circular y un orificio para pasador de fijación. Se trata de un tipo de arma dotada de una notable capacidad perforante en especial contra escudos y protecciones como la lorica hamata, con una clara utilidad como arma ligera que permite llevar en la mano varias de ellas. Pudieron ser empleadas en lotes por infantes o jinetes de cualquiera de los dos bandos, aunque más probablemente por el lado cartaginés, compuesto de contingentes púnicos, libios, númidas e hispanos.
Otro tipo de armas arrojadizas son las definidas como tela, en el que se incluyen un corpus relativamente amplio y heterogéneo de pequeñas armas de astil, consistente con los tipos con una fecha de entre fines del s. III y principios del s. I a.C., y está próximo tanto a materiales locales como a los lotes de armas llamadas ‘romanas republicanas’ conocidos característicos de la República. Documentamos varios ejemplares de pequeñas jabalinas se sección circular y nervio destacado. También un pequeño grupo de piezas de uso mixto, que pudieron usarse como lanzas empuñadas o como jabalinas, aunque su tamaño reducido nos hace decantarnos por este último uso. Morfológicamente se caracterizan por una sección aplanada sin nervio ni arista. Asimismo contamos con algún ejemplar de moharra de lanza (hastae), que recoge un modelo frecuente en contextos militares romanos. Paralelamente se han documentado hasta una docena de regatones, es decir, un tipo de piezas cónicas con cubo para embutir un astil de madera. Son objetos con función múltiple, hincar la lanza en el suelo en campamento, proteger el extremo inferior de golpes, rematar a los heridos enemigos,… Todas las piezas de Las Albahacas son del tipo de cubo hueco y forma cónica.
Cerramos el corpus de armas con un grupo de armas arrojadizas propulsadas: los proyectiles de honda o glandes. Con un 2% del total computado, el lote lo conforma una quincena de armas en plomo, por lo que debe entenderse que es un corpus mermado por el atractivo que supone este material para los clandestinos. Se trata de un conjunto muy homogéneo, con un peso medio de 38,7 gramos y formas ovaladas. Ninguno de ellos lleva epigrafía, aunque cuatro muestran una marca intencional. En conjunto posee rasgos característicos de glandes plúmbeos de fines del s. III a.n.e. Si atendemos a las fuentes clásicas, en Hispania en la Segunda Guerra Púnica este tipo de armas se asocian a contingentes pequeños de especialistas mercenarios, concretamente tropas procedentes de las Baleares y, seguramente, asociadas al bando cartaginés.
Para saber más… AQUI